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jueves, 28 de abril de 2016

Los malos hábitos.

Además de palabras, también hay malos hábitos que pueden hacer que uno pierda el empleo.


Existen varios comportamientos por los cuales una persona puede perder el respeto y la estima que le tienen sus compañeros de trabajo o incluso su jefe.
El problema con los malos hábitos es que mala impresión tiende a acumularse con el tiempo puede generar graves consecuencias como el despido.
 La impuntualidad es el mal hábito que tiene que evitar al máximo, lastimosamente es muy fácil caer en él. Este puede demostrar poco compromiso con el trabajo e irrespeto a las normas y los compañeros
Procrastinar y dejar todo a última hora es otro comportamiento indeseable en el trabajo. Es preciso recordar que el trabajo que uno realiza debe ser continuado por otra persona. Por lo tanto un retraso puede afectar a toda la cadena. La mala redacción es otro hábito que se debe evitar. No se trata solo de una buena ortografía, sino la capacidad de expresarse clara y respetuosamente con otros.
La deshonestidad es algo que se debe evitar a toda costa pues daña las relaciones interpersonales y la credibilidad que se puede tener dentro del trabajo. Esto aplica a todos los ámbitos.
Por ejemplo “maquillar” el currículo es contraproducente pues un jefe puede exigir que se cumplan tareas para las cuales no se está preparado.
Ser distraído también se debe evitar. Cuando una persona pone poca atención o interés en las discusiones del trabajo, demuestra poco compromiso y responsabilidad con lo que se está haciendo. Es necesario eliminar de entorno y la rutina todas las cosas que distraen: música, redes sociales y problemas ajenos al trabajo, entre otros.



NO SÉ/NO PUEDO
En principio puede que esta frase sea una reacción inmediata (y honesta) ante un nuevo desafío que se presenta en el trabajo.
Sin embargo, utilizarla es muy negativo porque da una imagen de incapacidad en el empleado, ignorancia en el tema o incluso de disposición a asumir la nueva tarea.
Lo más recomendable, dependiendo de cada caso, podría ser indagar el contexto del tema y solicitar información para entender cómo se puede resolver el problema.
Si al final del día no hay capacidad para atender el problema, lo mejor es ofrecer otras opciones.






NO SE PUEDE HACER
Cuando un jefe delega una tarea es porque necesita que se cumpla un objetivo concreto.
Aún si no es posible cumplir con lo que ha pedido, siempre dicha meta debe alcanzarse de alguna manera.
En este caso, reconocer la imposibilidad de hacer algo no es el problema, sino limitarse a decir un “no”.
Lo que se recomienda es no solo explicar por qué no se puede hacer algo, sino ofrecer una alternativa para alcanzar el objetivo propuesto, ya sea que necesite cambiar algo en el proceso o hacer algo distinto.
La clave es fijarse en la meta y no como llegar.
LO INTENTARÉ
Esta frase se encuentra a medio camino entre el sí y el no. El problema es la ambigüedad que implica. Dependiendo del contexto en que se utilice puede llevar a que una persona se comprometa a hacer algo que en realidad no se pude cumplir. En este caso el miedo a decir “no” puede llevar a un problema mucho más grave, pues afecta la credibilidad o el compromiso de la persona.
Para evitar crear malos entendidos se recomienda ser sincero con las cosas que se pueden hacer. Además, como en los casos anteriores, se pueden evaluar opciones antes de simplemente rechazar un compromiso.







NO ME DIO INDICACIONES
Esta frase es altamente dañina para el profesional que la pronuncia. El único caso en que se podría permitirse es cuando se trata de alguien que es completamente nuevo el área. Se supone que un profesional, un colaborador, ya sabe de qué trata su trabajo y cómo debe cumplirlo. Para eso es que ha estudiado o, en todo caso, eso es lo que ha desempeñado en otras empresas.
Por tanto no debe esperar que su jefe le indicaciones para hacer algo en particular. Además, revela que la orden no quedó clara cuando se asignó y el empleado no se preocupó por pedir más información.
Para prevenir esto se recomienda pedir toda la información relevante a la tarea que se tiene que cumplir o en todo caso investigar sobre nuevas formas de hacerla.
NECESITO QUE HAGA ESTO
Conviene recordar que es el jefe quien delega tareas al equipo de trabajo y no al revés. Por mucha confianza o amistad que exista, no es apropiado solicitar a un superior que haga algo que es parte del propio trabajo.
Si, por ejemplo, hay mucho trabajo y sigue pendiente la clasificación de algunos archivos, no se debe pedir al jefe que se haga cargo de ese papeleo.
Lo más recomendable, y proactivo, es reorganizar la agencia diaria para dedicarle algo de tiempo a todas las responsabilidades.
En todos estos casos no es válida la observación “mi jefe no tiene tanto trabajo como yo”, pues cada empleado tiene diferentes cosas a cada empleado tiene diferentes cosas a su cargo dependiendo de su puesto.




ESO NO ES MI TRABAJO
Cada quien tiene ciertas responsabilidades que puede y debe cumplir. Aún así, pronunciar esta frase puede ser dañino ya que da la impresión que uno se niega a aceptar nuevos encargos.
El problema es que dicha tarea es una manera de probar la proactividad del empleado, su capacidad para enfrentar nuevos desafíos o la disposición para colaborar con el equipo.
A futuro, rechazar nuevas tareas puede perjudicar la posibilidad de ascender puesto dentro del trabajo, pues crea la imagen de que no se está dispuesto a hacer más de lo que ya se hace.
Aunque hay que ser sincero con la capacidad que se tiene para asumir más responsabilidad, se recomienda también estar dispuesto a colaborar con otros, innovar y responder a nuevos desafíos.



OLVIDE DECIRLE
En este caso el problema no es la frase en sí, sino la situación que llevó a decirla. En un ambiente de trabajo debe existir una comunicación contante.
Esto significa que lo último que espera un jefe es llevarse una mala sorpresa porque los empleados retuvieron información o no la comunicaron a tiempo.
También se debe tener cuidados si, por ejemplo, se decide optar por verificar una situación antes de notificar a los superiores. Esta conducta es prudente, pero debe dejarse de lado si hay problemas inminentes o pueden afectar gravemente el trabajo de los demás.
Lo que se recomienda no es evitar decir la frase o pronunciarla de otra manera, sino procurar que la información importante es comunicada a tiempo.











ESTOY AQUÍ POR DINERO
Puede que al final del día esta frase sea una realidad para muchos trabajadores, aún así no es algo que convenga decirse frente a un jefe. ¿Por qué? Porque comunica que el compromiso laboral está condicionado únicamente por el salario. No hay ningún otro incentivo que pueda mejorar el rendimiento en la oficina o la productividad.
Así que la próxima vez que este por usar una de estas, lo más recomendables es pensar primero qué va a decir al jefe.


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